21 de mayo de 2008

Easy doesn't fit in the grown-up life

No dejo de fascinarme con este desfile de colores tornasolados. Un pasillo interminable de luces, imágenes, recuerdos. De fondo suena una música extrañamente agradable. Sigo mi camino, como flotando por esa inmensidad de recuerdos, ese pasillo de memorias.

Al principio me sentí extasiado, feliz y hasta melancólico, frente a mí cruzaban muy rápido los recuerdos de una infancia feliz, navidades en una familia muy numerosa, una mesa que desborda de abundancia, que contagia felicidad. Cada persona al borde de esa mesa me lleva a otros recuerdos que pasan cada vez más rápido, de primos lejanos, de mis abuelos, mis tíos, mis hermanos.

Casi sin darme cuenta llego al final de este extraño pasadizo de recuerdos, a mi frente un inmenso vacío incoloro, se escuchan ruidos imposibles de descifrar, cruzan muy rápidamente figuras borrosas que emiten a su paso un ruido extrañamente desolador.

Miro hacia atrás, y me endulzo con el agrado de mis últimos pasos, me siento entumecido, semidormido, como si hubiera pasado por un mundo de ensueño. Y miro hacia adelante, el vacío tenebroso que procede mis pasos.

Despierto en ese mismo instante, y desde entonces es todo en lo que sueño. Recorro toda esa galería de dulzura, y llego al punto donde debo decidir. Es muy frustrante saber qué camino debo tomar, y a la vez saber que será el menos agradable de recorrer.

No despierto por el simple hecho de despertar. Esa es mi decisión. Es hora de despertar. “easy doesn’t fit in the grown-up life”.